Leyenda


La Llorona

  

Hace muchos años vivía en El Retén, entre Archidona y Cotundo, un hombre viudo que tenía tres hijos casi adolescentes.
El padre volvió a casarse. La joven esposa empezó a adelgazar. Grandes ojeras rodeaban sus ojos. Vivía sobresaltada. Es que en las noches, sobre una piedra que había en el patio de la casa, se le aparecía la difunta esposa de su marido.
Nadie creía que estas visiones fueran ciertas.
Cierta vez la familia fue a pasar el fin de semana en Archidona. El hijo mayor se quedó al cuidado de la casa.
El muchacho dormía apaciblemente en su cuarto. Cerca de la media noche lo despertó el galope de un caballo. Creyó que regresaba uno de sus familiares. Sintió las pisadas de una persona que subía las escaleras. El joven abRío la puerta y salió al corredor. Allí, arrimada al pasamanos, estaba una mujer vestida de blanco que tenía tapado el rostro con un velo también blanco.
El muchacho se quedó paralizado. Callaron los sapos, los grillos; hasta las hojas de los árboles dejaron de moverse. Aquella mujer se elevó sobre el piso y caminando en el aire se dirigió a la piedra. Se sentó a llorar. Pasaron los minutos. La mujer lentamente desapareció entre la ligera neblina que caía en la madrugada.
Al otro día regresó la familia. La madrastra al escuchar el relato explicó que era la misma señora que se le aparecía todas las noches. Cuando la familia se acopló totalmente y la nueva esposa se convirtió en una verdadera madre para los chicos huérfanos la "llorona" no volvió a materializarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario